Felicidades princesa

Había una vez una princesita, pequeñita, linda como los rayos del sol o como la ligera brisa que te empapa en primavera y verano, inteligente como ninguna otra princesa hasta la fecha. Esta princesita, llamada Leti-chan, se caracterizaba por tener una imaginación abrumadoramente alucinante, tanto que no hay ni una sola historia que al contársela ella no dijera con su perfecta y dulce voz: -bah, esa misma historia me la imaginé hace poco...


Aunque ella era muy lista, también era un poco patosilla, se perdía con asombrante facilidad y olvidaba cosas que habían sucedido hace nada.

Todo ello la hacia muy graciosa, porque además, Leti-chan tenia unas trenzas largas que le hacían parecer mas pequeña, mas infantil, y por tanto mas mona y achuchable...
Pues bien, por todo esto, la princesita había exprimido a todos los niños de su reino, porque ella tenia una atracción insuperable, pero cuando los niños empezaban a jugar con ella, se daban cuenta que no podían con su imaginación y la marginaban con bastante facilidad. Esto a ella no le importaba lo mas mínimo, incluso se sentía mejor sola, si no fuera por... ains... ese hombre..! que tendrá ese hombre que no tengan los otros...


Ese hombre, perfecto a los ojos de Leti-chan, era el rey ikemen de Panjó, un reino oriental, donde si todos fueran como su rey, no cabe duda que Leti-chan (y la amiga que conoceremos mas tarde) no podría dar un paso sin derretirse por completo..! Ese hombre tan ideal y platónico, ese rey tan fuerte y con un pelo rozando la perfección (si es que no la poseía ya) era llamado por sus súbditos por el nombre de Kame-kun. En uno de sus viajes alrededor del mundo, Kame-kun, visitó las tierras de la princesita para hablar con su padre Suwit-niichan, pero al bajar de su corcel se le cayó un botón. Un botón que se hubiese pasado por alto para cualquier persona... pero no para Leti-chan. Ella, tan jovencita y especial, al recoger el botón (que tampoco era muy grande, era mas bien pequeñito) y al intentar devolvérselo, casi se desmaya al contemplar la belleza del ikemen nombrado. Cuando recobró el conocimiento (se ve que al final si se desmayó!) el ike-men se había marchado ya a su reino, quizás para siempre..

Ella desolada se marchó en busca de aventuras, para olvidar al ikemen pero, inconscientemente, para poder volverlo a ver y así devolverle su botón.


Para emprender este viaje, Leti-chan, tan precavida e inteligente, cogió una cesta de su palacio y en ella puso algo de dinero (la verdad es que era bastante dinero, lo que pasa es que ella encerrada en su rico palacio no distinguía muy bien lo caro de lo extremadamente caro), el botón de Kame-kun, unas pocas verduras, una caja de cerillas y una olla mágica. La olla tenía unos poderes mágicos que asombraban a todo el mundo cuando la usaban: sus dos poderes eran: conceder una muy buena comida o ver el pasado (la olla, cuando era nuevecita y resplandecía era capaz de ver el futuro muy muy lejano; pero con el tiempo -y con la patosidad de la princesita- perdió brillantez y ahora solo era capaz de ver el pasado de hace unos meses atrás). El problema en cuestión era que la olla mágica sólo se podía usar una vez por persona y Leti-chan la usó para ver en el pasado al ikemen Kame y así babear un poco más.



Decidida y motivada Leti-chan entró en un frondoso bosque en busca de sus aventuras. Al poco tiempo, la princesita divisó una pequeña casa. La casa era pequeña (como Leti-chan!) y muy linda (como Leti-chan!). Al este de la casita vió un pequeño establo con dos preciosos caballos y una íntima granjita con patitos, gallinas y un cerdito muy mono que la miraba como diciendo: -hoy no es San Martín e!? Esto hizo sonreir a la princesita. Mientras sonreía salió de la casita una leñadora (que son como los leñadores pero sin tanto músculo y con la ausencia de barba). Leti-chan se giró y la vió. Ella era preciosa, un poco mas alta que ella. Tenía unos ojos tan claros y tan azules que imitaban con gran perfección al azul maravilloso del cielo, su boca era rosada y (a la opinión de Leti-chan) muy besable, y tenia un cabello tan radiante y rubio como el sol al amanecer reflectado en el oro. Ella con su delicada y dulce voz, se acercó a la princesita y le dijo:

-¿Que mires, moniata?

Ante tal proposición, Leti-chan (a la cual esas palabras le sabían a melodioso chocolate caliente en invierno), balbuceando consigió responder:

-Hola! Me llamo Leti-chan, y vengo por estos parajes porque ando buscando a un ikemen preciosísimo

-De veras?? -respondió la leñadora, y con gran entusiasmo le preguntó: -Y, ¿cómo se llama?

-KAME-KUN!



En seco, rápidamente y sin dudarlo la leñadora soltó:

-Esta pillado!

-Por quien!? Quien es esa otra que osa quitarme a mi queridísimo ikemen!!? La mataré! Dime: ¿quién es?¿quién es?¿QUIEN ES?

-YO!

-(Glup!) esto... (jo, nunca mataría a una chica tan guapa..), perdon. Me dejé llevar por las emociones.. jeje.. Te quiero..?

-Déjate de tonterias! Él será mio y ni intentes arrebatármelo!

-Pero.. pero..

-Ni peros ni mangos!

-Nunca! También tengo derecho a ir por él!

-Esta bien: si él lo decide, respetaré su decisión y dejaré que se vaya contigo, aunque eso, querida amiga, es prácticamente imposible! muajajaja!!

-Lo mismo digo!



Después de discutir durante una media hora mas, la leñadora se presentó:

-Mi nombre es Aeren, soy una magnífica leñadora que vende mucha leña y muy cara gracias a mi estructural y perfecto cuerpo. Normalmente tengo mucha venda, pero las mujeres han cogido a sus maridos (a los que yo vendia la leña, jeje) y se han mudado muy lejos..

-Vaya.. (con lo sexy que es..)

-Pues como no tengo nada que hacer, ¿que te parece si te acompaño en tu aventura y buscamos a Kame-kun?

-Vale! pero antes comamos un poco que estoy muy hambrienta..

Leti-chan sacó la olla, Aeren puso agua en ella del pozo que había detrás de su casita. En eso, Aeren exclamó:

-Que rara que es esta cazuela!

-Es una olla!

-Pues lo que sea!

-Ademas, es mágica..

-Guau! De veras!

-Sí! Pídele mientras estés cocinando que te haga una buena comida y ya verás..!

Mientras comían, y saboreaban la mejor comida jamás probada por Aeren, Leti-chan explicó a su nueva compañera Aeren las propiedades de su olla mágica. Entonces Aeren exclamó:

-Si de verdad hace todo eso: ¡¿Porqué no me dijiste que le pidiera a la olla que fuéramos diréctamente a ver a Kame-kun!? El camino es brutalmente largo y costoso!!¡¿Cómo puedes ser tan lela!?

-Se me olvidó, se me olvidó!!! (nota del autor: ya avisé que era muy olvidadiza...)


Así que, después de la siesta post-comida marcharon a la aventura con sus dos corceles y el cerdito de Aeren del qual no se despegaba nunca y era su mejor compañia (antes de conocer a la princesita..). Aeren le tenia mucha estima, incluso le puso el nombre de pserdi-kun. Así, emprendieron su viaje hacia su kerido ikemen.

De camino encontraron múltiples enemigos como un perro-lobo llamado trescop, unos elfos malignos llamados Elieta y Manelet, un ogro muy audaz llamado Emmanuelix o un gordo gato gigante llamado Wanchurry. A todos ellos Aeren los eliminó gracias a sus dos armas principales: el hacha (con la cual se manejaba realmente bien) y su cuerpo (los dejaba tan atontados que luego les machacaba). Al gato gordo gigante no lo eliminaron, sino que lo amaestraron y se convirtió en la nueva montura de Leti-chan.

Al salir de una aldea, se encontraron con una ninfa de los bosques llamada Vanina. Ésta, con poderes mágicos, les dijo que les ayudaría a completar su misión a canvio de resolver un complicado acertijo matemático. Aeren y Leti-chan sacaron la olla, convencieron a Vanina para que hiciera una rica comida, y la preciosa ninfa, con gran gratitud aceptó ayudar a las dos compañeras a lograr su objetivo. Así que con un complicado hechizo de ninfa de los bosques teletransportó a Aeren, su corcel, Pserdi, Leti-chan y a Wanchurry allá donde se encontraba exactamente el ike-men soñado.

^.^!

Kame-kun acabó de comer y le dijo a su padre que tuviera un partido de tenis con él. A Kame le encantaba el tenis, era su mayor pasión, y su padre, el antiguo rey de Panjó, fue también tenista profesional. Durante el partido (ganó el perfecto Kame-kun) el padre le ininuó varias veces que debería buscarse pronto una novia y casarse con ella. Con esta reflexión Kame-kun se fué a la ducha y cuando salió se encontro a un corcel en su baño, en el cuan iba subido un cerdito pequeño, dos enanas que se habían desmayado al verle salir y un gato gordo y enorme que no parava de lamer a las dos recientes desmayadas.

Cuando recuperaron la consciencia estaban llenas de sus propias babas (Kame-kun era tan irremediablemente sexy mono... encima saliendo de la ducha, las muy pervertidas se desmayaron al padecer un coma de placer) y en una cama del palacio con Kame-kun al lado. Cuando hablaron con él y le explicaron toda la historia, a Kame-kun le pareció tan divertido que organizó un partido de tenis entre ambas compañeras para ver quien se quedava y se casava con él.

Entre la fuerza (de voluntad) de Aeren y lo empabada que se quedava Leti-chan al contemplar a su oponente la princesita lamentablemente perdió y Aeren se casó con Kame-kun y vivieron felices y comieron ramen eternamente en la casita de Aeren.






*.*!

Leti-chan!
Y la pobre princesita que, e? (al final sale bien parada...)
Al casarse Aeren, le regaló a la princesita guapa Leti-chan el gato gordo y enorme Wanchurry y a su amado Pserdi.

Un dia al salir el sol, Leti-chan salió de palacio para jugar con Pserdi y Wanchurry en el jardin. Jugando a papas y mamas que salieron del juicio de divorcio con un abogado defensor que le había costado una pasta (nota: de verdad que Leti-chan tiene mucha imaginación), le dió un beso a Pserdi. De pronto, pserdi se convirtió en un hombre perfecto, guapo y sexy (mas incluso que Kame-kun) el cual se enamoró perdidamente de Leti-chan.

-Yo era un hombre, como me ves ahora, pero un dia una malvada bruja llamada Mimi me hechizó por ser demasiado sexy para la sociedad (en verdad fué porque él había rechazado a Mimi..). Me llamaban Karupin... Adorable princesa Leti-chan: ¿quieres casarte conmigo?

-Por supuesto mi querido pserdi!


Así, se casaron y fueron felices para toda la eternidad.

O.O!

La noche de bodas, Karupin preparó su plato super-especial. Mientras comían Leti-chan exclamó:

-Dios! Esto esta buenísimo!

-Gracias! (¡^.^!) Lo hice con una olla que encontré en tu palacio.

-Ya empiezo a entender... Así que le pediste que cocinara un plato bueno y rico, e?

-No.

-Ooo..(<-- suspiro de felicidad). TE QUIERO PSERDIIII!

-Me llamo Kaurpin!

-Esta bien, pserdi.

;)

Felicidades, Leti-chan

Love you:

Karupin